Notas para el olvido N1
Con mi actual compañera de depto. solemos llegar del trabajo, conversar y hacer algunos juegos mientras nos volamos. Hace algún tiempo, mientras nos fumábamos un pito se nos ocurrió escribirnos una carta para leerla cuando estuviéramos sobrios, el resultado fue la raja. Una carta totalmente sincera a mí mismo. Así, se me ocurrió la idea de escribir algunos relatos en este mismo estado, a lo cuales llamare “notas para el olvido”
El ultimo respiro
Toda mi vida ha sido un cambio constante desde mi nacimiento. Cambios constantes de casa, nanas que me cuidaran, colegios, amigos, parientes, barrios, lugares, sensaciones, etc… Nací acostumbrándome al cambio, al giro inesperado, a la situación inadvertida, al final alternativo. Todo cambiaba y nada permanecía. Así desarrollé este sentimiento de no pertenencia, de desapego. Todo pasaba y se iba. Seguramente esto explica muchas cosas de cómo me comporto en sociedad, soy el tipo tímido en un principio, el que está a la defensiva siempre, el que muchas veces al día no sabe tener una conversación trivial. No me molesta, me da mi identidad y pese a los prejuicios, hace mucho tiempo supe aceptarme, si los demás no lo hacen, no me interesa. De esa manera pasé mi adolescencia y mis veinte, apegándome poco a las cosas, disfrutando cada momento y detalle, porque sé que son efímeros, que al igual que todo, no permanecerán siempre.
He aplicado esta manera de vida a muchos aspectos:
He aplicado esta manera de vida a muchos aspectos:
Vida amorosa: Tengo la idea de que desde mi última ruptura no me he dado el tiempo ni la oportunidad de estar seriamente con alguien y de eso ya van a ser 4 años. Siempre que sentía que cuando la relación entraba en tierra derecha, yo buscaba alguna imbécil excusa para terminarla. Y muchas de esas veces terminé siendo un completo imbécil.
Amistades: Creo que en repetidas ocasiones herí a amigos solo por el hecho de que ellos me hirieron primero. Tiendo a aplicar la ley de compensación o el “ojo por ojo” e exceso. Una vez satisfecho, simplemente deje de hablar con varios a quienes alguna vez llame verdaderos amigos, y solo fueron estupideces. Jamás me ha complicado dejar atrás a las personas que siento que no me aportan cosas positivas en mi vida. ¿Estaré mal?
Vida familiar: Sin ahondar mucho en el tema, básicamente no tengo relación con mis padres, mi medio hermano es inexistente para mí, así como yo para él. Entre todos los que me han herido, diría que mi familia es la que mayor daño puede hacer (nota irónica; mi viejo me acaba de llamar solo para pedirme un favor y plata)
Vida laboral: Entre todas, esta ha sido la que más complicada se me ha hecho de sobrellevar. Tener conversaciones estúpidas como la última que se mandó de la Fiera, el reallity de turno, pelar al compañero de trabajo, hablar incansablemente de las labores que desarrollamos como si no existiera más vida que esa. A mis parejas, amigos, los elijo yo, pero a estas personas no, y estoy obligado a convivir con ellos día a día. No digo que toda la gente con la que he trabajado es desagradable, pero si lamentablemente la mayoría, en especial los jefes, solo una vez en la vida he tenido un jefe decente. Creo que lo que más me atrapa de esta vida es la rutina, es exactamente lo contrario a como crecí. Así mismo, como cambie frecuentemente de colegio, cambio de trabajo. La vez que más he durado en una pega, es en la actual. Llevo 1 año 8 meses. Duro poco en estados cíclicos. Todo esto añadido al hecho de que a mis 29 años, me vengo a dar cuenta que el rubro que estudie es una mierda, que me gusta lo que hago, pero el sistema te lleva a hacer cosas que jamás hubiera deseado. No sirvo para eso. Tampoco sirvo para soportar prepotencias, no sirvo para sentarme todo un día a digitar números sin sentido, me mata saber quedía a día estoy perdiendo mi tiempo. Me estremece apreciar el cambio en mis percepciones, cada día me parece más corto. Al parecer la repetición hace que por acostumbramiento mi cerebro deje de registrar las partes memorizadas, haciendo que cada salida y puesta de sol parezca más rápida.
A los 25 años estaba en mi última relación. Aún no era papá y estaba en mi último año de carrera buscando la práctica. A partir de ahí, los cambios se detuvieron significativamente, así que comencé provocarlos. Me cambie seguido de trabajo, pase por tiempos de cesantía para hacer cosas distintas. Ya en soltería, estaba con varias mujeres. Cuando me fui a vivir solo, cambiaba de casa por lo menos una vez al año. Salía a carretear solo, intentaba conocer gente con otras formas de pensar que me presentaran nuevas ideas que madurar en mi mente. Esa parte de mi vida aún me gusta, porque me acomoda. Descubrir cosas nuevas es lo que yo creo que da sentido a todo. Esa parte impredecible con la que me crié. El gusto por lo diferente a lo ya conocido.
Así llegue a los 28 y encontré un trabajo totalmente estable, fácil, regularmente bien pagado. Me cambie a vivir a provincia, quedando a 20 minutos de viaje entre mi depa y mi trabajo. De algún modo, me establecí. Veía siempre a los mismos amigos, mi relación con mis viejos se estabilizó. Deje de salir solo y conocer gente nueva y mantuve al mismo grupo de personas con las cuales carretear. Cree la rutina cotidiana para mí mismo. Levantarme a las 6:30, para llegar al trabajo a las 8:00, ocupar mi día hasta las 18:00 en el trabajo, volver a casa, pasar a comprar para la once y ocupar unas 4 o 5 horas para hacer lo que me gusta, escuchar música, leer algún libro, historieta o manga, ver alguna película o serie, carretear con mis amigos, fumarme un pito solo y echar a volar mi mente en pensamientos que se pierden en el olvido. Al día siguiente repetir. Los fines de semana estaban destinados al carrete o a mi hija, excepto por muy pocas excepciones en las cuales los fines de semana me dedicaba a viajar, a ver a mis amigos a Serena o al litoral central con mi hija. Mi vida se vio súbitamente reducida a esta corta descripción de 7 líneas.
Por casi un par de años este sistema me acomodo. Me volví sedentario, deje mi estilo nómada para asentarme en mi solitaria rutina. Eso era hasta hace unas semanas, cuando en mi trabajo me mande una cagada que ameritaba el despido casi inmediato. Un error de digitación había provocado una perdida para la empresa de 10 millones. “Ctm, estoy cagao”, pensé. En alguna época de mi vida pase 6 meses cesante, lo que me dejo una buena montaña de deudas para poder sobrevivir. Ese recuerdo me vino al instante a la mente. Sentí ese dolor de estomago que se manifiesta cuando los nervios están de punta, exactamente como cuando una pareja te cuenta que te cagó. El día de ese cagazo fue horrible, no me echaron de inmediato. Llegue a mi depto y me eche en la cama mirando el techo. Pero ahí fue cuando apareció mi compañera para aclararme la vista. Esta situación no era un problema o un dolor de cabeza, sino que era exactamente la mejor de las oportunidades para hacer lo que mejor sé, improvisar, rearmarme, empezar de cero una vez más. La posibilidad de volver a lo impredecible, a lo no establecido. ¿Un par de años me habían cambiado tanto? “¿Y si tomo mi finiquito y lo uso para comprarme una moto e irme a la ctm a recorrer el sur de chile?”, “O podría invertirlo en algún tipo de negocio y no obedecer mas a horarios de oficinas de mierda” o “Tal vez debería usarlo para sobrevivir hasta que vuelva a encontrar pega, pero no quiero seguir como hasta ahora, quiero hacer otra wea”, todos esos y muchos más pensamientos se revolvían en mi mente esa noche. Han pasado algunas semanas, parece que se tomaran su tiempo para echarme, pero definitivamente, cuando pase, voy a mandar todo a la cresta. No pienso ser otro ladrillo en la muralla, no pienso dejar que armen la muralla. Es hora de pegarme un ultimo respiro.
- Cristian
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