Esa tarde…Esa tarde caminaba como de costumbre por el centro
de Santiago para despejar mi mente. El saxofonista en metro los héroes llamo mi
atención, prendí un cigarro y me dedique a escuchar su buena música. Lo único
que quería era disfrutar.
La vi venir hacia mí, pensé: “me va a pedir un cigarro”, y
así fue. Se sentó a mi lado y comenzamos a conversar, todo se dio solo, la
conversación y la buena onda. Tenías razón cuando dijiste que tal vez éramos
amigos desde una vida pasada.
Yo no quería dejar pasar la oportunidad de conocerte así que
te invite unas cervezas y me dijiste que no podías, pero me dejaste tu número.
Salimos e hicimos cosas realmente fuera de lo normal, como sería
la tónica de nuestra relación, si porque aunque no lo supiste fuiste mi amante.
Tu compañía y lo que compartiste lo atesoro de una manera que no te imaginas,
todos tenemos pasado, pero no siempre lo compartiré, tú fuiste la ultima con
quien deje volar todos esos recuerdos que nadie más conocerá, no porque me den
vergüenza, no porque crea que dejaste una marca en mí, no porque tema contar mi
pasado. Sino simplemente porque es necesario dejar cosas atrás para dar paso a
nuevas y mejores vivencias. Recuerdo también como tú dejaste fluir tu pasado a
través de mí, desahogándote con todo aquellos que tenías atorado en tu
garganta. Éramos andantes, no correspondía que conversáramos esas cosas según
el tipo de relación, pero contigo nunca fue una molestia.
En verdad no lo supiste o tal vez llegaste a imaginar, pero
fuiste una buena compañía, me distraías de todo mi entorno, caminar contigo
fumando un cigarro por el parque forestal o barrio Lastarria era un excelente
panorama. Fuiste y serás un excelente recuerdo de aquellas agradables
conversaciones y besos.
Avanzamos y quisiste ir más allá, ese día jueves fuimos a
Bellavista y yo tenía 90.000 de un finiquito, era el día de desenfrenarnos sin
importar nada. Fuimos de cerveza en cerveza y nos tocábamos y besábamos. Al dar
las 11:00 de la noche llego una amiga tuya e hiciste la mejor oferta que puede
hacérsele a un hombre, yo obviamente acepte de inmediato.
Caminamos los tres por Vicuña Mackenna hacia la calle Marín,
donde están esas picadas tan buenas que aún hoy son buenas. Entramos a la pieza
con jacuzzi, todos estábamos tímidos al principio, pero nada que un par de
piscolas no pudieran solucionar. Nos metimos al jacuzzi y ustedes empezaron a
tirar, de ahí en adelante todo fue placer del bueno. Tomamos, nos drogamos,
tuvimos sexo toda la noche. A eso de las 5 de la mañana nos dormimos para
descansar algo antes de irnos a trabajar.
Abrí los ojos y ya había salido el sol, lo que quería decir
que eran mucho más de las 8 de la mañana, tú ya no estabas, solo tú amiga. Me dijo
que te habías tenido que ir temprano para llegar a tu pega. Tuvimos sexo una última
vez, nunca supe cómo se llamaba esa amiga tuya.
Me levante y llame a mi trabajo diciendo que iba camino a la
clínica con mi hija que no me presentaría a trabajar y camine tranquilamente
por Santiago viendo a la gente en sus quehaceres y corriendo a la pega mientras
yo fumaba tranquilamente un cigarro, pensé en la espectacular noche que me
diste y en ese momento tome una decisión. No te volvería a ver, yo había traspasado
todos los límites con mi pareja. A ella la había engañado, y no podía dejarla,
no con lo que tenía presente en ese momento. Use una excusa demasiado burda
para decirte que no quería volver a hablar contigo, creo que te diste cuenta a
penas te la dije.
Al lunes siguiente llegue al trabajo y me dieron mi carta de
despido, lo que me venía perfecto para esa pega de mierda y para el jefe hijo
de puta a quien ya no soportaba más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario