sábado, 25 de julio de 2015

Quisiera leer


Hoy me levante con ganas de leer, algo diferente, algo que haga cambiar algo de mí. Tengo ganas de sorprenderme. Leer algo así como Alas para vivir de Richard Bach, cuando me trajo de vuelta de una tremenda depresión y me enseño que todas las respuestas a cualquier problema están en mi interior, que hay un yo del pasado que aún hoy está presente, que vive aún conmigo y que puede ayudarme a recordar quien soy realmente.
Me levanto y lucho conmigo mismo para salir de la cama y enfrentar el frio de mi departamento, entro en la ducha para tomar ánimos y comenzar mi día.
Tengo ganas de leer algo así como La Tregua de Benedetti, esa historia tan cotidiana de un triste con vocación de alegre que me mostró como la vida de un adulto mayor, en realidad no es más que eso, un pequeña tregua en la antesala de un final esperado.
Como siempre, llego atrasado al trabajo, ahí está mi cómodo escritorio, esperándome para iniciar un día más de rutina. Me reúno con mi jefa para planificar el día y atender los asuntos más urgentes.
Tengo ganas de leer algo así como Pregúntale a Alicia, porque fue, cuando era muy pendejo, quien me enseño lo delicado de una amistad y que puedes perderla en cualquier momento. Todo en esta vida tiene una fragilidad inmensa.
Llega la hora de almuerzo y ahí está esa señora tan menuda y simpática del casino que siempre me da algo más de lo que corresponde, seguramente porque me ve muy flaco, o tal vez porque me estima. ¿Cómo le ha ido hoy, mucho trabajo?, me pregunta siempre.
Tengo ganas de leer Los renglones torcidos de dios de Torcuato Luca de Tena, una historia enigmática y bien construida y en la cual no puedes dilucidar el final hasta que lees el mismo final de la historia, unas 3 páginas antes de terminar el libro.
Paso la tarde revisando el edificio, sacando fotos de todo aquello que está dañado. Vuelvo a mi cómodo escritorio a realizar los informes del día y enviar correos a todos esos personajes a quienes tengo que rendir cuentas, los jefes del Olimpo. Que tarea más tediosa.
Recuerdo mi lectura de La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa. Que historia más emotiva y sincera y con un final como los que me gustan, realistas.
Ya es de noche, tomo mi mochila y salgo a esperar el colectivo que me lleva a mi departamento, en el viaje reviso mi celular en busca de mensajes o novedades en facebook. Abro la puerta de mi hogar, pongo el hervidor para prepararme once.
Pienso en la vez que leí En las montañas de la locura de H.P. Lovecraft. Me parece increíble cómo puede lograr sumergirte en las sombras de la locura con sus descripciones de seres ancestrales del espacio. Como voló mi imaginación con este relato.
Prendo el lcd de mi pieza para ver las mismas películas de siempre mientras tomo once. Al terminar me levanto para hacer algo de aseo.
Viene a mí la imagen de Hacia rutas salvajes, Alexander Supertramp realizo el sueño que siempre tuve, ser capaz de dejar todo atrás y vivir la aventura, el vivió y me conto esa aventura. Tal vez algún día…
Ya se hizo tarde otra vez y debo dormirme para mañana levantarme otra vez y vivir esta rutina…
Como escribio uno de mis amigos literarios, Mario Benedetti: "Tengo la horrible sensacion de que pasa el tiempo y no hago nada y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raíz".

Quisiera haber podido leer…

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